martes, 3 de marzo de 2009

VERSOS, SÓLO ESO

Ella me tuvo entre sus manos suaves,

me arrimó con amor a su mejilla,

y me arrancó del alma con ternura

lágrimas y sonrisas.


Bajo los breves saltos de sus dedos

me sentí marioneta de armonía

en mis cuerdas vibrantes liberando

la música cautiva.


¿Cómo puede decirse que mi entraña

no es más que una oquedad neutra y vacía?

Mi carne de madera tiene un alma

sensible y dolorida.


No canto solo, pero sólo canto

para quien con su mano me acaricia,

y mis voces penetran el espíritu

como fresca llovizna.


Yo doy a quien me da cuanto desea,

los demás han de oir mi melodía,

mas sólo he de entregar mis vibraciones

a quien conmigo vibra.

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